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En primera persona: recomendaciones y experiencia de un alumno que ahora es profesor

El curso no es que inicia el primer día y termina en el último, sino que el deseo y la voluntad de cada uno lo va llevando. Hay una atmósfera donde se respira motivación por parte del teaching staff y de los alumnos. Así como yo, había otros 10 compañeros con historias similares. Lo que vivís ahí contagia.
Índice
  • Nombre y apellido: Fernando E. Silva Jacquier
  • Apodo: Fer
  • Edad: 34 años
  • Actual empleo: Tech Lead en Boxful | Teacher en Le Wagon
  • Bootcamp: Web Development

En una charla de exalumnos lo escuché a Alejo decir que acá se aplica mucho eso de que te llevás lo que ponés. No existen soluciones mágicas y el bootcamp no lo es.

Hasta 2019 me dedicaba a seguridad y salud ocupacional implementando sistemas de gestión de calidad y medio ambiente, entre otros. Ya llevaba algunos años sin encontrar desafíos en la profesión. De todas formas, esto no fue suficiente para que abandonase la carrera porque el salario me permitía mantener el estilo de vida que deseaba. Pero el día que por vicisitudes de la economía local eso dejó de ser así tenía un trabajo que no me gustaba y que ni siquiera me remuneraba como me esperaba. Así que ahí empezó a madurar la idea de un cambio de carrera. Barajé todo tipo de opciones. Pensé en hacer una carrera de grado y hasta ser fotógrafo emulando a mi abuelo que hace 60 años trabajó para un diario. En ese punto, la programación me resultaba atractiva porque desde afuera veía -creía- que podría saciar mis necesidades. La lógica y la abstracción me desafiarían mientras que el acceso a un mercado laboral global me daría estabilidad económica.

Tiempos de cambios

Las primeras alternativas no me sirvieron. Tuve dos o tres intentos fallidos haciendo cursos introductorios por mi cuenta hasta que hablé con un amigo que vivió muchos años en el exterior y me dijo que había hecho un bootcamp. Yo no sabía qué era así que me puse a averiguar y cuando vi las dos opciones que había en Argentina, le volví a preguntar a mi amigo cuál me recomendaba y me terminó diciendo Le Wagon porque trabajaba con Ruby on Rails. Me dijo que si mi objetivo era insertarme en el mercado laboral más global, esta tecnología me iba a servir más. Yo le dije, “sos un hijo de p…, me estás recomendando la más cara”. Venía de pálidas económicas, pero le hice caso.
Un mes antes de empezar el bootcamp renuncié a mi trabajo y di de baja mi matrícula profesional quemando las naves como para decirme a mí mismo que solo podía ir hacia adelante sin otra dirección. Fue un all in, muy propio de mi historia que me ayudó a despejar la agenda y la cabeza.

Balance del bootcamp


El curso no es que inicia el primer día y termina en el último, sino que el deseo y la voluntad de cada uno lo va llevando. Hay una atmósfera donde se respira motivación por parte del teaching staff y de los alumnos. Así como yo, había otros 10 compañeros con historias similares. Con uno decíamos que teníamos que volver al bootcamp cada tantos meses para llenar el tanque de motivación cuando hiciera falta. Lo que vivís ahí contagia.
En lo académico, el bootcamp no es de programación específicamente sino de desarrollo de productos digitales. A la hora de desarrollar cualquier tarea es importante un entendimiento amplio de cómo una determinada tarea se da en relación a un objetivo mayor. Después tu día a día en el curso se parece mucho al de un programador en término de herramientas que usás, el contenido y el cómo trabajar. El foco está en la práctica y es como la frase de Confucio: “me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí”.

Una recomendación para quienes están dudando

Yo recomiendo especialmente el tránsito de explorar las alternativas más accesibles a las más costosas. No hay un camino único entonces lo más sensato me parece tomar el de menos riesgos.
Hay que ver cómo uno aprende y poner diferentes temas en la balanza. Lo ideal es empezar con actividades exploratorias hacia el mundo del código y ver si uno encuentra placer. Yo ya lo había encontrado. Y el goce es un fin en sí mismo, pero necesitaba que tenga un sentido práctico. Recién en Le Wagon logré que así sea.

Del otro lado del mostrador

Apenas terminé el bootcamp fui teacher asisstant. Siempre me había gustado la educación: fui voluntario durante años en una fundación, fui tutor de chicos en edad escolar y hasta di clases de español en Malasia. Una de las herramientas que encontré era enseñar lo que había entendido.
Poder explicarlo implica un entendimiento acabado y profundizar en un montón de temas que cuando sos alumno quizás se te escapan porque estás a las corridas.
Si pudiera hacer una analogía con la construcción, diría que hay lugares donde te enseñan a levantar una pared, en otros a poner un caño y en otros a poner las aberturas. En Le Wagon aprendés desde cómo comprar el terreno hasta vender la propiedad que construiste y todo lo que está en el medio. Así como en la construcción no todos son albañiles, en la tecnología no todos son programadores. Y yo creo que el bootcamp da herramientas para que personas de diferentes backgrounds puedan iniciar su camino en las distintas profesiones que demanda la industria de la tecnología.

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